Este sumario, que yacía
olvidado en las estanterías del Archivo Comarcal de Terrassa, fue recientemente
rescatado por los responsables del archivo dentro del proceso de revisión de la
historia que se viene efectuando con ocasión del 50 aniversario de la riada del
Vallés y en la que, modestamente, hemos aportado un grano de arena en forma de
libro, que se llama La riuada de Franco, del que surge este blog.
La recuperación de este
sumario por parte del Archivo Comarcal de Terrassa y en especial del
investigador Josep Lluís Llorca, hace pocos meses, constituye un jalón
histórico trascendente, ya que es la prueba palpable que desde el primer
momento sectores de sensibilidad
democrática trataron de buscar pruebas y establecer conexiones entre la
tragedia y la corrupción urbanística.
El juez Julián Serrano Puértolas
al frente de una comisión judicial, a pecho descubierto, empezó a escarbar en
el barro y a buscar las pruebas de esta conexión criminal que enlazase tragedia
y corrupción urbanística. Llevó a cabo la misión con absoluta seriedad y
minuciosidad, levanto croquis, tomo
fotos de las víctimas y llamo a declarar a sus familiares. Pero el juez
Serrano, que por su cargo intuyó que debía de ser un recién salido de la
carrera, hizo algo más: empezó a preguntar a organismos e instituciones quien
era el responsable de que se hubieran levantado viviendas y fábricas en los
cauces de los ríos y de las rieras.
El juez osó incluso llevar
su investigación hasta el Ayuntamiento de Terrassa, la Confederación Hidrográfica del Ebro o a la
Delegación Provincial del Ministerio de la Vivienda. Trato así de localizar la mano o las manos asesinas que habían firmado
las licencias que permitieron levantar edificaciones en terrenos cuanto menos
peligrosos. No era una pesquisas en el aire, se basaba en la evidencia de centenares
de muertos y millares de damnificados, pero también en detalles menores, pero
no por ello menos importantes, como lo demuestra el hecho probado en su sumario
que el Grupo de Viviendas San Lorenzo de Terrassa se levantara en zona no
edificable, un terreno público, para convertirse en catafalco de un número
indeterminado de personas.
Desde una perspectiva històrica,
tan apasionante y trascendente es conocer el responsable o los responsables de
aquellas atrocidades urbanísticas, como explicar quien era ese juez, Julián
Serrano Puértolas, quien amenazó en 1962
poner patas arriba al franquismo, abrir en canal un cartapacio municipal
experto en irregularidades urbanísticas y hacer caer en cascada a
decenas de responsables políticos. No les voy a explicar la biografía de Julián
Serrano Puértolas, entre otras razones porque no la tengo, pero sí puedo
decirles que fue uno de los fundadores de la plataforma clandestina Justicia
Democrática, que en 1972 se creó para combatir el franquismo y que aglutinó
jueces, magistrados fiscales y personal administrativo.
Julián Serrano Puértolas
fue uno de los comisionados de Barcelona que en 1972, en la agonía del
franquismo, se reunió clandestinamente en el domicilio madrileño del juez
Clemente Auger para fundar Justicia Democrática, junto con otros comisionados
provenientes de Madrid y de otros puntos de España. Julián Serrano había
viajado hasta Madrid con los fiscales Carlos Jiménez Villarejo y José MariaMena, entre otros. A todos les unía
desde hacia años el mismo objetivo:
dinamitar el franquismo.
Justicia Democrática jugó un papel capital en la lucha
contra el franquismo, una lucha que continuaron en la transición, lo que les
costó represión, en forma de traslados forzosos o acotaciones en sus
expedientes que les impidieron el acceso a determinados destinos. Yo conocí a
muchos de sus miembros, con los que compartí momentos de zozobra, de lucha y
sobretodo de ira. Julián Serrano fue uno de ellos.
Justicia Democrática fue
el germen a partir del cual se creó en 1982 Jueces para la Democracia, una de
las cinco asociaciones de la magistratura existentes actualmente en España.
Jueces para la Democracia ha heredado el compromiso democrático firme y
radical, pero tambien el prestigio de aquella plataforma clandestina contra el franquismo.
Pero volvamos al punto
cero de esta historia para explicar que la maniobra política-judicial del juez
Julián Serrrano, tratando de establecer un nexo causal entre la tragedia de la
riada del 62 y la corrupción e irregularidades urbanísticas, fracasó.
El juez Serrano, sin que
se sepa muy bien por qué, fue relevado de su cargo y se le envío a otro
destino. En su lugar, al frente del juzgado de Terrassa y de aquel sumario que
amenazaba al régimen, se colocó a otro juez, quizás mas dócil, seguramente
menos guerrero, es decir menos comprometido con la democracia, que cerró la
investigación de golpe: el carpetazo.
El 28 de marzo de 1964, el
nuevo juez de Terrasa, instructor asimismo del sumario acumulado de Rubí, dictó
un auto dando por concluidas las investigaciones por cuanto en su opinión no se
había podido localizar ni discernir a responsables de las muertes ocasionadas a
raíz de la riada.
El auto lleva la firma del juez Antonio del Cacho Frago, que después fue magistrado en Barcelona, vicepresidente del Tribunal de la Competencia en Madrid y que fue designado miembro del Consejo del Poder Judicial entre 1985 y 1990 gracias al apoyo de la Minoría Catalana del Parlamento de Madrid, en otras palabras CiU. Cacho fue además miembro activo de la Asociación Profesional de la Magistratura, enfrentada ideológicamente a Jueces para la Democracia, en la que se alinearon los sectores más conservadores de la judicatura.
El auto lleva la firma del juez Antonio del Cacho Frago, que después fue magistrado en Barcelona, vicepresidente del Tribunal de la Competencia en Madrid y que fue designado miembro del Consejo del Poder Judicial entre 1985 y 1990 gracias al apoyo de la Minoría Catalana del Parlamento de Madrid, en otras palabras CiU. Cacho fue además miembro activo de la Asociación Profesional de la Magistratura, enfrentada ideológicamente a Jueces para la Democracia, en la que se alinearon los sectores más conservadores de la judicatura.
No me atrevería a decir
que el juez Antonio del Cacho fuera un franquista, pero sí está claro que en 1964,
hizo un favor al franquismo al cerrar la boca -el sumario- del único juez que
trató de investigar las corrupciones urbanísticas de Terrassa y Rubí y
establecer su conexión con la riada del 62, causante de la muerte de cerca de
700 personas.
Cincuenta años después, la
corrupción urbanística asoma de nuevo en El Vallés. La sombra de las dudas se
abaten esta vez sobre la alcaldía de Sabadell, amenazan con abrir en canal el
consistorio y provocar la caída de un numero indeterminado de políticos, entre
ellos el alcalde Manuel Bustos.
Esta nueva riada de corrupciones urbanísticas
se ha desbordado y amenaza con afectar otros ayuntamientos, entre ellos
Montcada i Reixac. En nombre de la justicia democrática, en recuerdo de los
centenares de muertos de la riada de 1962, debería, esta vez sí, llegarse hasta
el final.
Cualquier persona inteligente no se traga que fuera solo responsabilidad de la cantidad de agua caída la cantidad de victimas que hubo y construcciones dentro de los cauces,esto ya señala la mierda de corrupción disfrazada de "especulación "que hubo...A raíz de ahí se puede abrir una investigación, que en cualquier país medianamente civilizado se haría aun habiendo pasado muchos años, solo por "justicia social",pero claro estamos en este país....
ResponderEliminarCualquier persona inteligente no se traga que fuera solo responsabilidad de la cantidad de agua caída la cantidad de victimas que hubo y construcciones dentro de los cauces,esto ya señala la mierda de corrupción disfrazada de "especulación "que hubo...A raíz de ahí se puede abrir una investigación, que en cualquier país medianamente civilizado se haría aun habiendo pasado muchos años, solo por "justicia social",pero claro estamos en este país....
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